miércoles, 30 de junio de 2010

Una experta en el arte de ligar

Vaya! El chico que me gusta, tal y como imaginé, tiene pareja. Uff! Después de tanto tiempo sin que nadie se adaptara a mis gustos tan sibaritas...
En un enlace de una entrada anterior ya comenté cómo fue mi enamoramiento. Pero ¡claro!, como siempre, algo fallaba. ¡Con lo monísima que soy y este cuerpecillo que me ha dao diorrr! Pos nada, el tío me miraba pero no se acercaba. Y ahora va y me dice una amiga que tiene pareja e hijo (postizo, pero al fin y al cabo suyo). Otro batacazo.
Y yo que no sé cómo parar de que me guste. Y el muchacho que se acerca a conversar y yo pensando ... ‘quédate aquí, quédate aquí’... y él que parece que me escucha (¿seguro que no lo he dicho en alto? Yo ya no sé...) y que me pregunta si me encuentro bien cuando nunca antes se había acercado. A mí que estoy deseando de confundirme y pensar que le gusto...
El caso es que el muchacho se va de vacaciones una semana y pienso ‘esto está super-superado’. Pero llega el lunes y aparece. ¡Taaaaan guapooooo! ¡Es que el jodío es sexy! (para mis ojos, porque lo que perciben mis amigas es un tío malaje y seco, además de poco agraciado). En fin, que voy y me digo ‘ahora no lo miro e intento hacer como si siguiera de vacaciones y ya está’ ¡buen plan!
Pero resulta que tiene que venir cerca de donde yo estoy y yo que me intento hacer la despistada y no levanto la cabeza (cuando ve que lo estoy mirando claro, porque si me diera cuenta de que no me ve me lo comería con la vista).
Entonces, casi al final de la jornada, pasa lo inevitable me cruzo con él por el pasillo, lo miro para saludar (aunque ya vengo mirando el reloj sin parar desde la otra punta de la sala por si en el transcurso de mi recorrido él tira para otro lado, ¡pero no!), así que subo la mirada para disponerme a saludar y ¡voilà!, el tío que ni me mira, se queda en medio sin ni siquiera cederme el paso y como si no hubiese nadie. Las maravillosas palabras que habían en mi mente (‘vienes relajado y guapísimo de las vacaciones’, ‘este lugar está completo contigo’ y algunas otras cursilerías) se transforman en “¡Me dejas pasar!” Y se retira y paso.
Y termino la jornada y a casita.

sábado, 5 de junio de 2010

Reflexiones de una chica no tan moderna.


A veces, cuando estoy sola, me da por pensar. Pienso en lo que tengo, en lo que soy, en lo que podría conseguir...
Muchas veces me planteo por qué me cuesta tanto trabajo relacionarme con hombres. Si la situación es natural me siento cómoda, pero si debe ser algo forzada me reprimo hasta la saciedad. Pienso que influye mi educación, mi época o mi forma de ver el mundo. Sé que debería relajarme, pero lo que para casi todo el mundo es tarea cotidiana para mí supone un salto con pértiga.
Mi deseo es conocer a un hombre con el que me sienta cómoda al mismo tiempo de sentirme atraída por él. Pero resulta muy difícil, porque a mis quince años y bastantes meses, todos los hombres (por no decir todo el mundo menos yo) vienen de vuelta de muchos batacazos, y para mí sigue siendo todo tan nuevo...
En fin, no puedo pedir más después de las pocas relaciones que he tenido y lo que me he protegido; y al final para qué, para que cuando me enamore y me decida me den el palo pero más duro porque al ser mayor mi carácter está más consolidado y menos acostumbrado a los golpes.
Bueno, espero poder contaros muy pronto mis aventuras con el género masculino, que si no fuera porque están todos tan buenos y el cuerpo de la mujer no me gusta nada... porque el carácter de ellos, por no decir su forma de comportarse, me deja mucho que desear.
Jol ! ¿por qué pensaré tanto?
 
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