domingo, 12 de septiembre de 2010

Lo que viene tras la derrota...



Para ponerle un punto y final a mi pseudo-historia de amor diré que aquél chico que me atraía se acercó una tarde a mí y bajo la excusa de una pregunta sobre el trabajo, que yo le reformulé de tal manera que lo ayudara a él a expresarse, me dijo que tenía hijo, casa y mujer (por este orden). Yo ya había abandonado el temita, pero estuvo bien y fue muy correcta y tierna su declaración.

Lo que no entendí fue que hace unos días él se cruzara conmigo y me dirigiera una de sus mejores sonrisas (sí, vi por primera vez sus dientes). Tal fue mi sorpresa que cuando me lo encontré de repente y me saludó de esta forma me quedé atónita y no me salían las palabras, así que le dije: “¡Ay, hola.... bueno...!” y apartándolo casi con la mano fui en busca de uno de mis compañeros para hacerle otra pregunta laboral. ¡Qué corte!. Pero, ¡claro!, me pareció de muy mala educación lo que hice y quise enmendarlo.

Salí a mi descanso y pensaba: “Tendré que decirle algo, porque he sido muy descortés”, “pero, ¿para qué, si ahí no hay nada que rascar?” “Aunque pensándolo bien es un compañero más y me tendré que acostumbrar a verlo como tal” Total, que al segundo descanso decido ir hacia su mesa. Él que ve que voy y agacha la cabeza. Pongo la mano sobre su mesa y le digo: “Perdona mi desplante anterior, pero es que realmente me asusté” Y el chico con una sonrisa de oreja a oreja (otra vez ahí sus dientes) y muy animado me dice: “¿Tan feo soy?” Sonreí y al ver que no era adecuada su pregunta siguió, SÍ, siguió en voz alta mientras me marchaba: “Pues yo no estaba haciendo nada. Sólo iba andando” (todo esto mientras me sonreía), ¡Menuda guasa tiene!

Me voy a mi sitio y paso página del trance.

Al día siguiente veo una cabeza que sobresale del resto, mirando para mi sitio. Él. Desvío la mirada. Pero como se vuelven a presentar dudas sobre el trabajo, más tarde levanto la mano y viene. Coge una silla y se sienta a mi lado con esa sonrisita tonta y esos dientes de nuevo (ni feos ni bonitos, desconocidos para mí) y le pregunto y me mira la cara y sonríe, y yo que llevaba los labios pintado por primera vez (porque me veía mala cara, pero ¡qué casualidad!, aquél día) y me mira los labios y se sonríe y bromeamos con la pregunta y sonreímos.

Tanto tonteo para nada.

Espero que no piense que puedo ser un desliz suyo porque lo lleva claro. Si lees esto alguna vez ya te lo digo yo ¡NO!.

¡Ainsss, a ver si me gusta ya otro chico! ¡Socoooorro!

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